Diferentes lógicas, primero, denostar al Estado...
/ Clase 11-6-2019
Para León Rozitchner, “El terror militar
fue lo que necesitaba el modelo neoliberal para imponerse”. La muerte, señala,
apareció antes como parte de la represión y ahora como un efecto de las
condiciones naturales del juego de la economía. En ambos momentos, la impunidad
prevalece sobre la Justicia. En una entrevista realizada por el periodista
Eduardo Tagliaferro, caracteriza el escenario neoliberal en Argentina
El neoliberalismo es un proceso que se viene dando desde el proceso
militar. Allí comienza el neoliberalismo feroz, no solamente en la Argentina,
sino en toda Latinoamérica. Se olvida que todo el sistema neoliberal está asentado
sobre el terror y la muerte. Al terror anterior se le suma ahora la muerte que
aparece como naturalizada, como un efecto de las condiciones naturales del
juego de la economía, pero que en última instancia son muertes que dependen de
la voluntad humana. ¿Sobre qué se apoya esta voluntad humana? Sobre la amenaza
de muerte, amenaza callada. El terror no permite al ser humano adquirir
conciencia de sí mismo, el terror enmudece, aterra y en ese sentido el nivel de
la percepción de la realidad está adecuado al miedo que produce ver y decir
cosas que no son toleradas por el poder. Un fenómeno mundial, por cierto, pero
acentuado en la Argentina. En la Argentina es donde con mayor crudeza se
vivieron la voracidad capitalista y la destrucción.
El sentimiento de abatimiento que muestra la sociedad puede explicarse pues el terror está presente como fundamento del propio cuerpo, si el terror, a su vez, disolvió todas las relaciones sociales, la muerte es la amenaza que está siempre presente. Porque la impunidad es el fundamento jurídico del país. Hay gente que tiene el poder de dar muerte a los otros y hay quienes ocupan el lugar de los que la reciben sin que la Justicia pueda castigar esta disparidad. En una sociedad donde el derecho a dar muerte permanece impune, todo el fundamento jurídico humano de las relaciones sociales ha desaparecido. La norma elemental es eminentemente el derecho al reconocimiento a la vida del otro. No puede ser destruida sin que aparezca necesariamente la sanción. De ella derivan todas las otras sanciones, entre ellas las de la propiedad. El derecho a la vida es el derecho fundamental. A partir de allí vale preguntarse, por qué reciben impunemente la muerte a través de lo económico los 50 chicos que se mueren por día, los viejos, la gente enferma, los desnutridos, en síntesis todos los marginados.
Milton Friedman plantea que la principal amenaza contra la libertad es el poder de usar la fuerza, ya sea por parte de un monarca, un dictador, una oligarquía o una mayoría momentánea. La defensa de la libertad requiere la eliminación, en la medida de lo posible, de esas concentraciones de poder, y la dispersión y distribución del poder que sea imposible eliminar (un sistema de contención y equilibrio). Al hacer que la autoridad política pierda el control de la actividad económica, el mercado elimina esta fuente de poder coercitivo. Hace que la fuerza económica actúe de contención del poder político.
Una visión más optimista analizada por Southwell agrega que generar políticas para el bienestar y la inclusión es un deber de los Estados, así como basar esas políticas en conocimientos científicos, lo que a veces puede ir a contramano de la opinión pública. En este sentido, la política educativa deberá avanzar en hacer algo de “contracultura” como se ha producido en otros aspectos de la política económica, institucional y social, en las que las decisiones no estén restringidas a lo disponible, a las prioridades impulsadas por las tendencias internacionales, a la presión desarrollada por la agenda contingente de la opinión pública por la restitución de fórmulas ya ensayadas.
El sentimiento de abatimiento que muestra la sociedad puede explicarse pues el terror está presente como fundamento del propio cuerpo, si el terror, a su vez, disolvió todas las relaciones sociales, la muerte es la amenaza que está siempre presente. Porque la impunidad es el fundamento jurídico del país. Hay gente que tiene el poder de dar muerte a los otros y hay quienes ocupan el lugar de los que la reciben sin que la Justicia pueda castigar esta disparidad. En una sociedad donde el derecho a dar muerte permanece impune, todo el fundamento jurídico humano de las relaciones sociales ha desaparecido. La norma elemental es eminentemente el derecho al reconocimiento a la vida del otro. No puede ser destruida sin que aparezca necesariamente la sanción. De ella derivan todas las otras sanciones, entre ellas las de la propiedad. El derecho a la vida es el derecho fundamental. A partir de allí vale preguntarse, por qué reciben impunemente la muerte a través de lo económico los 50 chicos que se mueren por día, los viejos, la gente enferma, los desnutridos, en síntesis todos los marginados.
Milton Friedman plantea que la principal amenaza contra la libertad es el poder de usar la fuerza, ya sea por parte de un monarca, un dictador, una oligarquía o una mayoría momentánea. La defensa de la libertad requiere la eliminación, en la medida de lo posible, de esas concentraciones de poder, y la dispersión y distribución del poder que sea imposible eliminar (un sistema de contención y equilibrio). Al hacer que la autoridad política pierda el control de la actividad económica, el mercado elimina esta fuente de poder coercitivo. Hace que la fuerza económica actúe de contención del poder político.
A partir de un panorama en el cual el neoliberalismo voraz arrasa todo lo que encuentra, encontramos una frondosa historia donde en la década de 1990 Argentina puso en práctica quizá el 80% del programa económico del neoliberalismo, abriendo su economía al comercio mundial
y al capital internacional, persiguiendo el dinero sólido, una inflación baja y
una mejora del sistema legal que finalmente fracasó.
El golpe de gracia fue la decisión del Gobierno (cuando estalló la crisis) de mantener los depósitos bancarios en dólares y cambiar a pesos las deudas debidas a los bancos, una jugada que hizo que al instante quebrara el sistema financiero del país.
La posición de los poderes establecidos es que si no se hubiera puesto en práctica ninguna de estas decisiones desastrosas, la economía de Argentina no se habría colapsado. Según este punto de vista, el programa neoliberal de Argentina en la década de los noventa era prácticamente a prueba de idiotas, pero resultó que los políticos argentinos constituían una amplia e ingeniosa clase de idiotas.
Milton Friedman también dirá: "En realidad, una gran fuente de objeciones a una economía libre es precisamente lo bien que hace su trabajo. Le da a la gente lo que quiere en vez de lo que un grupo particular piensa que debería tener. Subyacente a la mayoría de los argumentos contra el mercado libre está la falta de confianza en la libertad misma".
Acerca de las políticas públicas en educación, Myriam Southwell plantea que el menemismo conjugó la ya mencionada retórica de la “falla del estatismo” junto con ciertas referencias al federalismo y las injusticias de un país centralista para sostener la desconcentración del sistema educativo y la primacía de los dictados de la economía, los imperativos de la gestión eficiente y el ajuste de los recursos que se articulaban con la noción de estabilidad económica que parecía ser el organizador central de su política.
El golpe de gracia fue la decisión del Gobierno (cuando estalló la crisis) de mantener los depósitos bancarios en dólares y cambiar a pesos las deudas debidas a los bancos, una jugada que hizo que al instante quebrara el sistema financiero del país.
La posición de los poderes establecidos es que si no se hubiera puesto en práctica ninguna de estas decisiones desastrosas, la economía de Argentina no se habría colapsado. Según este punto de vista, el programa neoliberal de Argentina en la década de los noventa era prácticamente a prueba de idiotas, pero resultó que los políticos argentinos constituían una amplia e ingeniosa clase de idiotas.
Milton Friedman también dirá: "En realidad, una gran fuente de objeciones a una economía libre es precisamente lo bien que hace su trabajo. Le da a la gente lo que quiere en vez de lo que un grupo particular piensa que debería tener. Subyacente a la mayoría de los argumentos contra el mercado libre está la falta de confianza en la libertad misma".
Acerca de las políticas públicas en educación, Myriam Southwell plantea que el menemismo conjugó la ya mencionada retórica de la “falla del estatismo” junto con ciertas referencias al federalismo y las injusticias de un país centralista para sostener la desconcentración del sistema educativo y la primacía de los dictados de la economía, los imperativos de la gestión eficiente y el ajuste de los recursos que se articulaban con la noción de estabilidad económica que parecía ser el organizador central de su política.
Una visión más optimista analizada por Southwell agrega que generar políticas para el bienestar y la inclusión es un deber de los Estados, así como basar esas políticas en conocimientos científicos, lo que a veces puede ir a contramano de la opinión pública. En este sentido, la política educativa deberá avanzar en hacer algo de “contracultura” como se ha producido en otros aspectos de la política económica, institucional y social, en las que las decisiones no estén restringidas a lo disponible, a las prioridades impulsadas por las tendencias internacionales, a la presión desarrollada por la agenda contingente de la opinión pública por la restitución de fórmulas ya ensayadas.
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