El "talón de Aquiles del pensamiento único"
/ Clase 15-10-2019
Con el neoliberalismo parece haberse desviado la evolución positiva de la historia. En lugar de haberse adentrado en una etapa de extensión y mejora del bienestar general, se ha iniciado una marcha atrás que fortalece los aspectos más regresivos del sistema. Es útil pensar el pensamiento de múltiples pobrezas, porque de esta forma, desdoblándolo, podemos encontrar el posicionamiento adecuado del docente para colaborar en forma efectiva en educación. Cuando la autora, María Teresa Sirvent, escribe acerca de esta situación regresiva se refiere a la pobreza, no se refiere solo a la económica, que es lo que normalmente pensaríamos, sino a la pobreza de comprensión o entendimiento, pobreza participativa/ política, pobreza de protección, falta de estabilidad, seguridad, etc. Da como ejemplo de esta última, el siguiente comentario: “Antes éramos explotados, ahora peor que eso, nos tratan como ratas pero no podemos reaccionar…perdemos el empleo de ratas pero empleo al fin. Da de comer…”
La pobreza de entendimiento se vincula con una pobreza que nos introduce en el mundo del pensar la realidad, en el mundo del conocimiento, en el mundo de la educación. Cuando hablamos de pobreza participativa política, es hablar de un pensamiento individual que a la larga, fomenta la competencia, el ejemplo del texto es el sálvense quien pueda, contrastado con: “Yo hice el paro, lo estimulé, a los que no se plegaron les aumentaron y a nosotros nos echaron”. Tal vez el diagnóstico más evidente es que ante la pobreza, “lo mío es mío” y no se discute. No nos involucramos en lo colectivo por miedo a quedar expuestos o rechazo.
Otro punto crítico se ancla con una pobreza de entendimiento que nos introduce en el mundo del pensar la realidad, en el mundo del conocimiento, en el mundo de la educación.
La pobreza de comprensión se denuncia hoy como el llamado “pensamiento único”, hegemónico: una suerte de “... doctrina viscosa que insensiblemente envuelve cualquier razonamiento rebelde, lo inhibe, lo perturba, lo paraliza y acaba por ahogarlo”. Este pensamiento único nos invade a todos por igual. Sirvent agrega que es una manera de “ver” o “analizar” la realidad por la cual consciente o inconscientemente vamos legitimando esta realidad regresiva, injusta y absurda que vivimos como la que tiene que ser y no puede ser de otra manera. Sin alternativas, naturalizándola.
La consecuencia social de este pensamiento único es ver y analizar el mundo y en nuestro caso a la Argentina según maneras de pensar que sólo benefician a unos pocos: al 10% que se apropia de aproximadamente el 40% de la riqueza nacional que todos producimos: es decir, a la clase dominante. Es importante pensar en múltiples pobrezas porque las visibiliza, las hacemos parte de nuestro presente, de nuestra realidad. Se enfatiza entonces que, la lucha de clases se juega en cómo pensamos la realidad, en la manera como nominamos, a través del lenguaje a los fenómenos de nuestra vida cotidiana.
Por ejemplo, cuando hablamos de "globalización", la palabra supone una relación internacional entre iguales. La pregunta es ¿entre iguales? O por el contrario, son relaciones de dominación, asimétricas y de dependencia de unos países sobre otros. Como docentes podemos empezar a apropiarnos de este último concepto y realizar cambios, la pobreza de comprensión, participación y seguridad, son fundamentales para empezar a dar vuelta estos valores. Porque es desde este lugar que podemos modificar las cosas. Cuando el concepto de pobreza engloba todos los demás, es muy difícil intervenir desde nuestra profesión, porque no podemos visualizar a las otras que sí nos competen directamente. La escuela si puede hacer, puede ayudar a equilibrar las cosas.
El pensamiento único convierte a la pobreza, a la injusticia social y a la crisis de participación en una suerte de fenómenos naturales. Analizando el pensamiento único o los sentidos comunes, que se escuchan todo el tiempo es fácil encontrarse con frases como: “La idea de que los inmigrantes de los países limítrofes son los causantes de la falta de puestos de trabajo disponibles para un 14% de la población, se expresa en la idea xenófoba que pide la expulsión de los inmigrantes, encubriendo la razón de hierro del sistema capitalista que necesita de un ejército de desocupados para imponer condiciones de trabajo aberrantes”. O bien, del estilo de: “Los asaltos vienen de los villeros; ellos tienen la culpa de todo. Habría que agarrar un helicóptero, rociarles con nafta las villas y prenderles fuego”.
La autora llama al talón de Aquiles (puntos donde atacar, la capacidad de problematizar que tenemos). El talón de Aquiles es una expresión popular que se emplea para referirse al punto vulnerable o débil de un individuo o cosa. Este pensamiento único, nos permite actuar como docentes, es nuestro derecho y deber como educadores. La posibilidad de análisis de los fenómenos cotidianos a partir de sus apariencias. La debilidad del pensamiento único está en la negación de uno de los valores esenciales del ser humano, la capacidad de problematizar la realidad, sin problematizar es imposible generar nuevos conocimientos y nuevas alternativas.
Leemos en el texto, el pensamiento único es una construcción mental pero tiene anclajes en situaciones reales o materiales no analizadas o analizadas erróneamente a través de interpretaciones que manipulan las conductas y muchas veces alimentan la confrontación entre grupos que deberían unirse para luchar.
En este talón de Aquiles, el mundo del pensamiento único niega la posibilidad de problematizar. Es cuestionando que nos reconocemos en el mundo de lo más preciado que nos distingue como seres humanos, nuestra capacidad de interrogar, cuestionar e interpelar la realidad. Tenemos la habilidad para ver detrás del otro, para ver al otro y ponernos en el lugar del otro, finalmente.
Al apropiarnos de estos pensamientos; al “hacerlos nuestros” y al actuar en consecuencia estamos legitimando y reproduciendo el orden o desorden actual de las cosas. “Deconstruir los sentidos comunes”, “Desnaturalizarlos”. Nuestra infinita capacidad de hacer cultura y contracultura. Nosotros los educadores podemos trabajar en el aula, reforzarlo o desbaratarlo, lo que se construye o se deconstruye está en juego en nuestras prácticas.
Con el neoliberalismo parece haberse desviado la evolución positiva de la historia. En lugar de haberse adentrado en una etapa de extensión y mejora del bienestar general, se ha iniciado una marcha atrás que fortalece los aspectos más regresivos del sistema. Es útil pensar el pensamiento de múltiples pobrezas, porque de esta forma, desdoblándolo, podemos encontrar el posicionamiento adecuado del docente para colaborar en forma efectiva en educación. Cuando la autora, María Teresa Sirvent, escribe acerca de esta situación regresiva se refiere a la pobreza, no se refiere solo a la económica, que es lo que normalmente pensaríamos, sino a la pobreza de comprensión o entendimiento, pobreza participativa/ política, pobreza de protección, falta de estabilidad, seguridad, etc. Da como ejemplo de esta última, el siguiente comentario: “Antes éramos explotados, ahora peor que eso, nos tratan como ratas pero no podemos reaccionar…perdemos el empleo de ratas pero empleo al fin. Da de comer…”
La pobreza de entendimiento se vincula con una pobreza que nos introduce en el mundo del pensar la realidad, en el mundo del conocimiento, en el mundo de la educación. Cuando hablamos de pobreza participativa política, es hablar de un pensamiento individual que a la larga, fomenta la competencia, el ejemplo del texto es el sálvense quien pueda, contrastado con: “Yo hice el paro, lo estimulé, a los que no se plegaron les aumentaron y a nosotros nos echaron”. Tal vez el diagnóstico más evidente es que ante la pobreza, “lo mío es mío” y no se discute. No nos involucramos en lo colectivo por miedo a quedar expuestos o rechazo.
Otro punto crítico se ancla con una pobreza de entendimiento que nos introduce en el mundo del pensar la realidad, en el mundo del conocimiento, en el mundo de la educación.
La pobreza de comprensión se denuncia hoy como el llamado “pensamiento único”, hegemónico: una suerte de “... doctrina viscosa que insensiblemente envuelve cualquier razonamiento rebelde, lo inhibe, lo perturba, lo paraliza y acaba por ahogarlo”. Este pensamiento único nos invade a todos por igual. Sirvent agrega que es una manera de “ver” o “analizar” la realidad por la cual consciente o inconscientemente vamos legitimando esta realidad regresiva, injusta y absurda que vivimos como la que tiene que ser y no puede ser de otra manera. Sin alternativas, naturalizándola.
La consecuencia social de este pensamiento único es ver y analizar el mundo y en nuestro caso a la Argentina según maneras de pensar que sólo benefician a unos pocos: al 10% que se apropia de aproximadamente el 40% de la riqueza nacional que todos producimos: es decir, a la clase dominante. Es importante pensar en múltiples pobrezas porque las visibiliza, las hacemos parte de nuestro presente, de nuestra realidad. Se enfatiza entonces que, la lucha de clases se juega en cómo pensamos la realidad, en la manera como nominamos, a través del lenguaje a los fenómenos de nuestra vida cotidiana.
Por ejemplo, cuando hablamos de "globalización", la palabra supone una relación internacional entre iguales. La pregunta es ¿entre iguales? O por el contrario, son relaciones de dominación, asimétricas y de dependencia de unos países sobre otros. Como docentes podemos empezar a apropiarnos de este último concepto y realizar cambios, la pobreza de comprensión, participación y seguridad, son fundamentales para empezar a dar vuelta estos valores. Porque es desde este lugar que podemos modificar las cosas. Cuando el concepto de pobreza engloba todos los demás, es muy difícil intervenir desde nuestra profesión, porque no podemos visualizar a las otras que sí nos competen directamente. La escuela si puede hacer, puede ayudar a equilibrar las cosas.
El pensamiento único convierte a la pobreza, a la injusticia social y a la crisis de participación en una suerte de fenómenos naturales. Analizando el pensamiento único o los sentidos comunes, que se escuchan todo el tiempo es fácil encontrarse con frases como: “La idea de que los inmigrantes de los países limítrofes son los causantes de la falta de puestos de trabajo disponibles para un 14% de la población, se expresa en la idea xenófoba que pide la expulsión de los inmigrantes, encubriendo la razón de hierro del sistema capitalista que necesita de un ejército de desocupados para imponer condiciones de trabajo aberrantes”. O bien, del estilo de: “Los asaltos vienen de los villeros; ellos tienen la culpa de todo. Habría que agarrar un helicóptero, rociarles con nafta las villas y prenderles fuego”.
La autora llama al talón de Aquiles (puntos donde atacar, la capacidad de problematizar que tenemos). El talón de Aquiles es una expresión popular que se emplea para referirse al punto vulnerable o débil de un individuo o cosa. Este pensamiento único, nos permite actuar como docentes, es nuestro derecho y deber como educadores. La posibilidad de análisis de los fenómenos cotidianos a partir de sus apariencias. La debilidad del pensamiento único está en la negación de uno de los valores esenciales del ser humano, la capacidad de problematizar la realidad, sin problematizar es imposible generar nuevos conocimientos y nuevas alternativas.
Leemos en el texto, el pensamiento único es una construcción mental pero tiene anclajes en situaciones reales o materiales no analizadas o analizadas erróneamente a través de interpretaciones que manipulan las conductas y muchas veces alimentan la confrontación entre grupos que deberían unirse para luchar.
En este talón de Aquiles, el mundo del pensamiento único niega la posibilidad de problematizar. Es cuestionando que nos reconocemos en el mundo de lo más preciado que nos distingue como seres humanos, nuestra capacidad de interrogar, cuestionar e interpelar la realidad. Tenemos la habilidad para ver detrás del otro, para ver al otro y ponernos en el lugar del otro, finalmente.
Al apropiarnos de estos pensamientos; al “hacerlos nuestros” y al actuar en consecuencia estamos legitimando y reproduciendo el orden o desorden actual de las cosas. “Deconstruir los sentidos comunes”, “Desnaturalizarlos”. Nuestra infinita capacidad de hacer cultura y contracultura. Nosotros los educadores podemos trabajar en el aula, reforzarlo o desbaratarlo, lo que se construye o se deconstruye está en juego en nuestras prácticas.
Este valor central de una educación en la
escuela y el más allá de la escuela está dado por la posibilidad de:
la des-construcción de las frases
cotidianas, de los conceptos, de los enunciados que enmascaran un análisis
estructural de la realidad y nos convencen de la inevitabilidad de las
decisiones actuales. Una des-construcción que devele los mecanismos de poder y
la génesis de nuestros conceptos.
el enriquecimiento y el estímulo a nuestra
capacidad de problematizar la realidad
enfrentando el miedo que nos produce una posibilidad de construir un
pensamiento rebelde y sub-vertido o el
temor a no aceptar una realidad como
dada.
una problematización que nos oriente a un
análisis de causas y consecuencias, a la identificación de contradicciones y a
la acción colectiva y organizada.
una problematización que oriente la puesta
en acto de un trípode: problematizar, construir conocimiento y organizarse para
la acción colectiva.
Estas
tareas implican en el acto educativo:
privilegiar la emergencia de preguntas en
el grupo por sobre la enunciación de certezas;
reconstruir nuestra memoria colectiva
fragmentada para comprender el “aquí y ahora” cotidiano a través del develar
los mecanismos de poder del “afuera” y
del “adentro” de las instituciones sociales que han debilitado y debilitan la capacidad de organización colectiva. Como
es expresado por Antonio Gramsci (1959):
El comienzo de la elaboración critica es la
conciencia de lo que realmente se es, es decir, un "conócete a ti
mismo" como producto del proceso histórico desarrollado hasta ahora y que
ha dejado en ti una infinidad de huellas, recibidas sin beneficio de
inventario. Es preciso efectuar, inicialmente, ese inventario. (1959: 59)
Diferenciar la información “enlatada” del
conocimiento real que implica el aparato
conceptual que organiza y da sentido a la información. Conocer es diferente a
acumular información.
Para nosotros como educadores,
investigadores y trabajadores de la cultura esta tarea demanda construir espacios
colectivos para objetivar nuestra realidad. Es decir, enfrentar las situaciones
de catástrofe a través de procedimientos grupales que faciliten procesos de
elaboración en donde cobre importancia la producción de significados colectivos
sobre lo vivido.
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